viernes, 1 de julio de 2011

Sácale jugo a la lectura



¿Por qué?, me pregunté, ¿Por qué de hacer lo que uno no quiere hacer?, es absurdo y en vano hacer lo que uno no anhela de verdad y aún más, si me veo en la obligación de hacerlo. Suspiré, aunque trate de engañarme, me dije para mí mismo, no tendré otra opción más que rehusarme y aceptar la vanidosa invitación que justo ahora permanecía en aquella esquina de mi escritorio donde suelo escribir mis lujurias y lamentaciones de la realidad en la que estoy sometido.


Y ahora que me encuentro en condiciones para escribir, he decidido relatar mis puros pensamientos y convertirlos a lo que me ha llevado a resignarme y aceptar la blasfemia de invitación.


Suspiré. El lunes 16 de Octubre, es decir la semana pasada, por si no lo he aclarado aún, fui al correo central para verificar si habían llegado ya mis fotos que exhibo cada jueves en el Museo Galería Lywan. La señorita Jane pareció nerviosa al acercarse y pronunciar con sus labios color carmín que se habían retrasado, por lo que me dirigí a ella y antes de voltearme hacia la puerta, me detuvo. Por un momento creí que tartamudeaba con su mano sobre mí, pero rápidamente olvide lo que hacía y ella con su voz tenue me dijo: "aguarda, llego una carta esta mañana". Me entregó la carta y me acerque a la salida.

Al abrir la carta me di cuenta que trataba de una invitación de Lord Gregory por su regreso a Cambridge, al leer esto último se me vino una secuencia de horrorosas tonterías sobre la ceremonia. Ante esto debo agregar que no soy del agrado en la sociedad y que siempre he estado aislado de esta.

Bueno, al dirigirme a la propiedad de la Condesa Ingrid, mi tía y también el lugar donde me críe, me senté en aquel sillón marrón, en el que nadie se había sentado más que mi tío ya fallecido. He ahí cuando me dormí, y desperté de un salto al sentir la cerradura de la entrada y escuchar una plena voz que pronunciaba:
“Aarón ¿llegaste ya?

Sí tía, respondí insensatamente.

Me entere de la llegada de Lord Gregory, me dijo y rápidamente continuó diciendo:
Quiero que vayas, sería bueno para que alternarás con los nuestros.

Cuando dice nuestros se refiere a la elite, la misma estirpe de la que me veo obligado a relacionarme, pensé.

¡NO! de ninguna... manera le dije apresurado y frunciendo el ceño. No tengo nada que hacer con ellos.

Solo ve, compórtate y luego regresas, replico.


Está bien, dije sin saber lo que decía, mientras me despedía y desprendía un beso en su mejilla, pensando en el embrollo en el que me había metido o en el que me estaba metiendo.”

Durante la semana permanecí totalmente desconcertado y hundido en mis pensamientos. Pase horas sentado a las orillas de la laguna que enriquecía la mansión, intentando meditar y aclarar mis pensamientos, sin recurrir a la malicia e ignorancia.

Finalmente, ahora que me encuentro aquí, sentado en la alfombra gris forrada con diseños de aquella época, en que mis progenitores solían vivir y morir desdichadamente, donde no había más que señores feudales,  y campesinos desilusionados por aquellas injusticias de siglos pasados y del actual. Me encuentro aquí mirando el atardecer y la aparición de la propia Luna, intentando pensar ¿Qué hacer?,  o ¿Qué haré cuando el carruaje llegue y este obligado a verles el rostro a todas aquellas personas?, ¿Qué haré?, pero antes de poder pensar un poco más, vi entrar a mi tía con una bolsa que aparentemente venía de una de las mejores tiendas de Cambridge. Al ver su aparición y su expresión en el rostro, se me olvidaron todos aquellos pensamientos que recorrieron mi mente durante todo este tiempo, haciendo que al fin me resignara por completo y fuera al tal evento.

Al bajarme del carruaje y subir esas escaleras hacia la entrada principal, sentí muchísimas miradas rodeándome la espalda, miradas llenas de asombro e incredibilidad que provocaron en mí una posición rígida y de intimidad. A los pocos momentos de recobrar la cordialidad, atravesé la sala para acercarme a Lord Gregory, con la mayor indiferencia posible. Este al notar mi presencia, me estrecho la mano y yo estuve obligado hacer lo mismo. Luego ya de haber saludado a unos cuantos caballeros, me sentí agobiado al descubrir que me encontraba rodeado de jovencitas, que intentaban bailar o por lo menos empezar una charla, intenté casi desesperado deshacerme de ellas e irme a toda velocidad. Pero antes de darle comienzo a mi ingenuo plan, me sentí observado, por una extraña mirada que no pertenecía a lo común, y que carecía en todos los sentidos de los valores de la sociedad. Al girarme hacia la derecha y hallar aquella mirada que me cautivo, me encontré totalmente perplejo a tal belleza inalcanzable, que provenía de aquella hermosa criatura. Ojos grandes del color de la miel, analizaban mi actitud con gran intensidad. Por unos momentos no supe que hacer, pues al quedar libre por completo de las jovencitas,  me acerque al balcón, que se encontraba al final de la pista, teniendo la esperanza de que aquella mujer hiciera lo mismo.
Pero no fue así, me encontré totalmente solo al cabo de unas horas, sentado y sin más que hacer, que rehusarme por completo y volver a la propiedad de mi tía sin ninguna esperanza, entristecido a tal desilusión. Y fue en eso entonces cuando en mi mente apareció la palabra amor, me había enamorado, dije en voz baja. Y supe que había sido una de las mejores noches de mi vida.

2 comentarios:

  1. Un cumplido: tiene aire de novela.

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  2. Estoy de acuerdo con Alicia...parece novela..
    ¿nunca has pensado en escribir?

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