miércoles, 26 de septiembre de 2012

Ritmo italiano

Hacer de anfitrión (o anfitriona en mi caso) al día siguiente siempre es extraño. No necesariamente incómodo. Solo raro. Por un lado, tenemos al extranjero que amanece en un lugar nuevo (la mayoría de las veces la situación da para sentirse extraño) y por otro, al dueño de casa que se dispone a ser hospitalario y afable. Y aún más ajeno, está mi persona, quien procura no intentarlo demasiado; pues en general, mi leve inexperiencia resulta ser algo amigable; no saber con certeza que decir, hacer o incluso pensar pareciera que es mucho más natural que intentarlo demasiado. Por tanto, mi consejo es no hacer nada nunca, quizás de un modo no tan drástico resulte mejor. De todas formas, esto no pasaría si se tratará de mis cercanos, ellos mismos pueden servirse a su gusto, en cambio, a los invitados se les sirve. Lo mejor era preparar el desayuno y encender el equipo, aún cuando la música (mi música) fuera una combinacipon de sonidos italianos, ritmo italiano. Como es costumbre en la gente elaborar listas mentales con ideas y proyectos que algún día esperan ser cumplidas (y ansío a que así sean), me puse a repasar las opciones para el preparado: tostadas con huevos y queso. Simple, pero sabroso. Y mi acompañante, quien jamás había estado en mi casa antes, se adapto bastante y cooperó lo suficiente.  Al principio el silencio exagerado y la conversación forzosa resultaron ser lo bastante inquietante para que la visita emitiera la nefasta frase "me voy antes de las diez", evento que jamás ocurrió, pues nos dieron las una con charla continua, tecitos calientes y risotadas desquiciadas, que se daban de vez en cada tanto. 

CAMI.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Well, cada comentario hace lo suyo, cada comentario nutre en cierta forma éste blog, ¿por qué no alimentarlo más?