domingo, 26 de agosto de 2012

Saco de papas

Eran pasadas las tres de la madrugada cuando caí en cuentas de que estaba frágil, callada y reservada. Había permanecido tirada en mi alcoba por más de seis horas y no conseguía mover ni el menor músculo. Debía de estar muriéndome. Recuerdo haber caído impetuosamente como un sólido y suculento saco de papas: estaba rígida y no podía ni dormir, las papas tampoco, les había interrumpido todo sueño acogedor. Ojos, manos, dedos, pies no hicieron nada. Si muriera ahora nada pasaría. A lo lejos, se vería una muchacha demacrada con las pupilas bien abiertas y el cabello revoloteado. Fantástica escena. Me eché a dormir.
Desperté somnolienta, estaba cansada y había estado soñando que repetía el año, que debía vender parches curitas en las calles y que tenía el cabello como el tío cosa de los "Locos Addams", en realidad estaba soñando estupideces. Lo que tenía lo conocía bien para darme cuenta de lo que pasaba, era el famoso desgano, un conflicto eterno con la desmotivación donde hay veces que suele vencer y dominarme. No debía dejar que está vez pasarq, debía ser firme y soportarlo. "Podemos hacer yoga, actividades interesantes y que ciertamente nos motivan" me dije para mi. ¿Qué frase reconfortante era ésa? Una pésima línea. Caí otra vez en mi cama como un saco de papas y esta vez  me fue inevitable. 

CAMI.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Well, cada comentario hace lo suyo, cada comentario nutre en cierta forma éste blog, ¿por qué no alimentarlo más?