martes, 14 de agosto de 2012

Mujer despiadada, homicida y elegante

Las cebollas me sonrieron en una fracción de segundos, pronto se atenuaron hasta apagarse por completo. Quizás mi sonrisa también se hubiese debilitado si sobre mi se hallará un punzante y amenazador cuchillo. Por supuesto que las entiendo, pero tenía que hacerlo, cómo comería sino, ellas vieron su muerte como yo mi comida. No puedo creerlo, pero soy una asesina. Jamás me había visto a mi misma como una homicida y aún así soy responsable de su muerte. Y lo peor de todo es que no paré, no me bastó con la muerte de las cebollas, tuve que continuar; como cualquier criminal en serie no me detuve hasta que los pimentones, los dientes de ajos y los champiñones fueran descuartizados. Visualizar en trozos cada una de sus partes fue mi mayor deleite. Infortunados estaban los pobres; tirados, aceitados, hirviendo en el sartén de teflón, comenzaban a emerger el exquisito aroma a vegetales cocidos. Una esencia inigualable. Y no siento culpa, ni la más mínima y si la he sentido fue una mera debilidad, no dejaré que pase de nuevo. 
La falta de culpa, no se debe a que sea una homicida, todos saben que a los despiadados asesinos los carcome la culpa por dentro, los intimida desde el interior y a los más frágiles, por no decir cobardes, la culpa les gana, dejando rastros del crimen ya no tan perfecto. Como decía, no se debe a que sea una homicida, la culpa para mi no existe y lo único que me carcome por dentro son las ansías. Tampoco es el hecho de que sea una asesina de vegetales, por muy vegetales que sean éstos, los maté y murieron sin dignidad. Se debe a la etiqueta de mujer elegante. Aún cuando no me agradan las etiquetas y claro, no me atrevería añadirme tal, las mujeres elegantes tienen razón, la culpa es de la víctima y pintarse las uñas cuando se usa guantes, en eso también tienen razón. 

Serví la mesa cerca de las dos, mis familiares comieron los cadáveres sazonados sin notar el menor indicio de qué fui yo quien los mató. No tenía culpa para evidenciarme, solo ansías de devorar y la culpa era de mis víctimas y ellas ya estaban muertas

CAMI.

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