domingo, 15 de julio de 2012

Costumbres

La ingestión de café se hizo una costumbre y el no escribir también, amenos que esté dentro de lo académico. Y si no escribo, y si escribo de lo que no escribo, eso también es una costumbre: escribir de lo que no escribo. Mientras mi conciencia intenta callar mis pensamientos; aquellos que balbucean, ríen, lloran, molestan e interfieren lo que se conoce como razón, yo me pongo a leer, caminar, descansar, reír, querer, sentir, comer y respirar, todas aquellas actividades en las que no estoy precisamente durmiendo; todas aquellas en las que mis pensamientos están presente y no me abandonan. Y si yo doy el primer paso. Y los dejo a ellos. Botados. Tirados. Es una idea seductora, casi coherente. ¿Cuándo podré salir de mi cabeza y dejarla sola un par de segundos, sin razón que la domine? 
Y sí, ya se hicieron costumbre el pensar necedades, como también los sentimientos contrariados, los exámenes inquietantes, las lecturas incompletas, los sueños difusos y las comidas insaciables.

Cami

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