Una tarde de verano, donde el sol esta ahí, permanente y radiante. Donde el yo de entonces, inútil; esperaba las buenas tardes de verano con sus cálidas sonrisas, sus ojos alegres y las voces dulces e inocentes. Como también, me esperaba las fingidas e hipócritas sonrisas, los turbios y soberbios ojos y las fastidiosas voces, que ya no eran más que gritos molestos.
Cuando calla el ruido es porque de alguna u otra manera, cosas han pasado; aún sentada en los asientos del cine, donde poco a poco me he ido acostumbrando a los típicos ruidos; del que come palomitas, como del que abre a golpes la bolsita de caramelos, ó el que da "sorbetones" continuamente a esa Coca-Cola, me di cuenta que mis recuerdos llamaban a gritos una tarde de verano; tan necesaria para detenrnos y disfrutar de ese momento en la playa, ó dar largas caminatas sin plan ni sentido al calor del Sol.
Y es que, a fin de cuentas, ¿por qué siempre deseamos lo que no tenemos, aún si es una simple tarde de verano?
¡moraleja: disfruten lo que tengan aún si se hallan en los asientos de un cine!
¡moraleja: disfruten lo que tengan aún si se hallan en los asientos de un cine!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Well, cada comentario hace lo suyo, cada comentario nutre en cierta forma éste blog, ¿por qué no alimentarlo más?