Nunca se preguntaron entre ellos que cosas les gustaba hacer a cada uno, pero no era por falta de interés. En realidad era una de las cosas que si les importaba, pero se esmeraban en demostrarlo poco. Había pasado ya más de un año y todas las veces que se encontraban no se dejaban tiempo para hablar, pero al parecer esa era la idea del asunto. Cada encuentro resultaba ser más inesperado y apasionado que el anterior, nunca planearon ninguno de esos eventos ocasionales, ni tampoco conversaban de ello, si podían evitarlo mejor, y por aquella razón, se entendían perfectamente. Ella solía pensar que les gustaba chocar juntos, a Él le parecía un accidente intencionado y ambos disfrutaban de su compañía mutua.
Ella tenía una mirada cautivadora, una piel tersa como una pluma y unos rizos morenos como sombras que le ocultaban su largo cuello. Él era de silueta grácil, tenía una sonrisa resplandeciente, unos mechones rebeldes de color azafranado y una nariz de chiquillo. Aún cuando no lo sabían, ambos sospechaban que no tenían nada en común, por lo que creían ser bastantes diferentes, y en realidad, así era, sin embargo existían instantes que sin darse cuenta de ello, concordaban.
Ella creció en provincia, Él en cambio provenía de la gran ciudad. Ella solía levantarse temprano, mientras que Él dormía hasta que le dieran las una. Ella disfrutaba de la lectura en la tarde, cuando Él ni por accidente cogía un libro. Ella prefería el té negro con trozos de coco y Él un Bacardi. Ella tenía la tendencia a exagerar las historias que narraba y muchas veces las hacía más ocurrente de lo real, mientras que Él era reservado, pero carismático. Ella siempre fue puntual y Él siempre llegó tarde. Muchas veces Él se hundía en su soltería mientras que Ella conocía a jóvenes nuevos, a los cuales no daba mucha importancia.
Sus amigos le decían a Él que existían muchas flores en el prado, mientras que cuando Él veía a sus amigas, ellas le decían que se lanzara a la piscina y la buscara. Por otro lado, los amigos de Ella le decían que podía estar mejor con otro tipo de sujeto, idealmente alguien como ellos y sus amigas insistían en que Ella era demasiado buena para Él. Pero aún con las opiniones de los otros, ninguno cambiaba la percepción que tenían entre ellos y para evitar molestias, decidieron callarse todo para si.
Ambos solían pensar demasiado en el otro, no por ello, hacían algo al respecto, probablemente porque padecían de lo mismo: que las cosas finalmente se tornaran serias. Y por tal motivo en sus momentos de profunda reflexión daban espacio para preguntarse qué quería exactamente el otro y sus falsas creencias, los dejaban conformes otra vez.
Hacía un tiempo que Ella había leído un libro que insinuaba que el alma era dividida en dos, un hombre y una mujer, el cual correspondía a tu otra parte, tal relato explicaba la atracción que existía entre el uno por el otro sin siquiera conocerse bien, pero dicha idea le parecía tan absurda, que sólo se limitó a pensarlo una noche antes de dormir, mientras Él la abrazaba por la espalda. Ambos estaban consciente de la situación que los embargaba. Hoy si, pero mañana no, hasta que encuentren otro hoy.
CAMI